Guanajuato en dos regiones vitivinícolas.
Por: Consejo Editorial CMB México • Guanajuato • 2024
Si bien Guanajuato hoy posee viñedos a lo largo y ancho de todo su territorio, desde San Felipe hasta Comonfort, pasando por San Diego de la Unión, San Luis De La Paz, Mineral de Pozos y otros territorios que se han sumado o están por sumarse a su amplio compendio vitivinícola, dos grandes regiones destacan por su geología, clima e historia productiva: Dolores Hidalgo y San Miguel de Allende.
De atrás hacia adelante, la cronología indica que en ambas se dieron las primeras bodegas del vino guanajuatense contemporáneo. En Dolores, Juan Manchón Arcas fue dos veces pionero: en 1978 inició la producción de vinos artesanales y tres décadas más tarde, ya en el S. XXI, él y Ricardo Vega fundaron Bodegas Vega Manchón, el primer proyecto en encarar el desafío de la producción comercial con una oferta de calidad consistente, detalla Gerschman, Rodolfo (2022), Viñas y Bodegas de Guanajuato, Tierra de Vinos, México, Secretaría de Turismo de Guanajuato.
En aquella primera década del siglo le siguieron otras propuestas con similar ambición: Rancho Toyán, Bernat Vinícola y, con una clara vocación inmobiliaria, la Santísima Trinidad. Martha Molina fundó y dirige Toyán. Bernat fue creada por el que es su actual propietario, Álvaro José Alvarez Bernat. Su hijo, Álvaro Fuentes, está a cargo de la enología y colabora con él la Sommelier Indra Laporta. Aunque comparte rasgos de clima similares a sus vecinos, su suelo es ligeramente diferente: más arcilla y también más calcáreo. Posiblemente sea la razón por la cual cepas tintas y blancas se dividen el terreno casi equitativamente: del lado de las tintas Grenache, Malbec, Syrah y Merlot; en blancas Muscat, Viognier y Chardonnay.
San Miguel de Allende se tardó algo (tampoco mucho) en replicar, aunque en los alrededores de la ciudad ya existían desde hacía décadas viñedos con producciones limitadas, nacidas del autoconsumo, entre ellas las de los pioneros italianos Ettore Apollonio y Remo Stabile. Al influjo de lo que sucedía en Dolores, se dispararon proyectos más enfocados al mercado, como Dos Búhos, Puente Josefa, Los Senderos y Viñedo San Miguel (éste ya en el municipio de Comonfort). Entre ambos territorios el régimen pluvial traza delgadas fronteras: lluvias copiosas que pueden sumar hasta 550 mililitros al año en San Miguel de Allende y alrededores; más moderadas —alrededor de 100 mm menos— en Dolores Hidalgo. En cuanto al suelo, el de la región se puede definir de manera genérica como “franco, arcillo arenoso”, apunta Rafael Garza, un agrónomo que brinda consultorías a alrededor de 40 bodegas en diferentes regiones de México.
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Circunstancias generales de suelo y clima en Guanajuato
El terroir de Guanajuato es la tierra volcánica y el arenal, la grava y las arcillas negras y rojas entre las cadenas montañosas —la Sierra Madre Oriental, la Occidental y el así llamado “eje Neovolcánico”—, cuyas elevaciones contraen y distienden el paraje como un cuerpo vestido de verde y ocre. Un denominador común es la altura: de 1,800 a 2,500 metros sobre el nivel del mar (algunos de los viñedos más altos de México).
En otoño e invierno llueve muy poco y luego, desde la formación de la uva hasta su completa maduración, son aguaceros. Las lluvias de verano irrumpen y cesan rápidamente para dar paso a un sol potente que evapora sus secuelas. El calor puede subir hasta 30 grados y bajar hacia la noche hasta llegar a 15. El diferencial térmico, a su vez, es moderado por las caídas de agua.
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